domingo, 1 de agosto de 2010

Acuérdate de disfrutar


Siempre me ha pasado que al acabar de vivir un momento que llevaba mucho tiempo esperando, siento que no lo he aprovechado tanto como se merecía, que no he sido consciente de su importancia... y que en parte he dejado que se fuera, lo he dejado pasar, como la mayoría de las cosas que vivimos porque sí, porque van incluidos de serie en el pack de la vida.

Y bueno, siempre me ha dado bastante rabia.


No sé en qué momento empecé a valorar mi forma de disfrutar la vida y me di cuenta de que cada cual vive las cosas de una forma totalmente distinta y personal.


La forma estándar: reírse, saltar, que se te vea en la cara que lo estás gozando.

Eh, quizás
él disfrute de esta manera, pero fíjate en ese otro, que ni se inmuta, quién sabe si por dentro no estarán estallándole fuegos artificiales. Seguramente esta noche duerma tranquilo y con una gran sonrisa en la cara y nadie se entere nunca.
Y ése, estoy segura de que transmite más paz y más confianza que aquellos que se empecinan en ser felices, y ríen, saltan y ponen la mejor y más artificial de sus sonrisas...
...y por la noche dan vueltas de un lado a otro en la cama, preguntándose qué más tengo que hacer para que sea suficiente, para no sentir esta presión de tener que ser feliz, como todo el mundo.


Porque el
sé tú mismo es fácil y bonito en la teoría, pero implica mil luchas en la práctica.

Ahora, cada vez que se avecina algo grande, me digo a mi misma... ¡eh, que no se te escape!
que no se camufle entre los demás momentos y se te vaya, fluyendo como si tal cosa, porque sí.
La nostalgia de después es inevitable, pero sí te queda el consuelo de saber que estuviste preparado cuando llegó y lo retuviste con todas tus fuerzas mientras pudo quedarse.


Y sobre todo, que importa un comino lo que llegaste a exteriorizar de cara a los demás.


Porque en el fondo, la sensación que importa es ésa que llega cuando estamos solos (quizá de noche y en la cama, mirando cómo se proyectan los agujeritos de la persiana en la pared) y no nos queda otra que dialogar con nosotros mismos, como un
¿estás bien? a un amigo cuando no le ves buena cara, pero sin cabida a un nada como respuesta. La sinceridad pura y dura (e inevitable) que se demuestra al hablar cara a cara con uno mismo.






Hoy, quiero darle a la tecla de rebobinar, y volver a escuchar las olas. Y después sumergirme, y nadar hasta las rocas, gritando nerviosa que no hago pie, qué miedo joder!
Quedarme en las rocas y cogerle cariño a las algas, pincharme los pies, quemarme (sí, volvería a quemarme). Disfrutar de una cerveza no-tan-fría como quisiera, y echarme la siesta sobre las piedras. Y volver a hacer gilipolleces en un andén, gritar ¡mira Kimberly, Kimberly!, con esa risa incontrolable achacada a haber estado demasiado tiempo al sol. Quemaduras mentales de primer grado.
Madre mía.
Cuánto echo todo eso de menos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hay personas que cuando se miran al espejo no se reconocen, otras que miran y no piensan en nada y otras que miran y solo ven lo que les muestra.

zipipichi dijo...

y eran las cosas del mar
las que me decian
que me quedara alli sentadita
mirando las olas
no pasa nada y no pasa nada ya vienen solas
que me acunaban los pies
de espuma y de arena
ya parecia que me llevaban
tras de las gaviotas
y vuelan alto llegan mu lento ya se van solas
las gaviotas al mar
de nube y de arena
son a mi alma lo que un papelillo
mojado a mi boca
se escapa el humo, se escapa lejos por la madrugá

Por la madrugá lalala
por la madrugá lalala
(bis)
En la orillita del mar
pensando yo en los pajaritos
En la orillita del mar
soñando peces de rocio
En la orillita del mar
los barcos se hacen los dormidos
En la orillita del mar
no pasa na' aunque te hayas ido
En la orillita del mar...

Anónimo dijo...

Que los grandes momentos queden atrás es bueno. Es lo que los hace grandes. Que nos demos cuenta de que han sido grandes y, aunque quizá no los hayamos exprimido al máximo, los valoremos como tal es lo mejor de todo. Porque ese valor es lo que los hace eternos dentro de nosotros. Y ese valor es el que hace que exprimamos más aún el siguiente. Incluso sin darnos cuenta. ^^