martes, 27 de mayo de 2014

Amarillo

¿De qué servirían los lamentos?
El tiempo nunca perdona,
la vida es cruda y bestial
y eso ya lo sabías.

Pero joder. Intentar acostumbrarme a ello es puro veneno.

Tengo un concepto muy sencillo de justicia que no encaja con lo que este puto destino tiene planeado. Puedo verlo mientras lo anota todo en su libreta, puedo verlo en tus huesos, en tus hundidas mejillas.
Si el limbo existe es de color amarillo, es áspero y sabe a morfina.

He visto la cara de la muerte en un espontáneo lecho de ave migratoria.
He escuchado al silencio que reina en su garganta
Pero ayer te sentí más allí que aquí y hoy... sólo me queda esperar. A que caiga sobre mi cabeza una pedrada cargada de consciencia, que me haga ver que todo amparo creado es efímero, que me deje en el vértigo del borde del abismo.
A que el verdugo diga: existo.

miércoles, 30 de abril de 2014

"..."

Renuncio de esa frase que hecho mía
por no ser más la sombra, querer cortar el aire
Preferiría (siempre a posteriori)
ser un canto de grillo, un grifo goteando
Mas arde mi cabeza si no aflojo
un poco de este nudo
que oprime hasta angustiar(me)

Qué más quisiera yo que no querer jamás interrumpir la nada, helada, sin ecualizar.
Que no tener que refugiarme en esa imagen de tranquilidad, careta que mantiene oculto el temporal.
(Y no es gracioso encontrarte en un puto mar de suspicacia sin saber por qué ya no estás en el bote, junto a los demás.)



Y puntos y más puntos suspensivos
haciendo apología de ese silencio
al que tanto respeto
al que tan bien sé imitar.


lunes, 3 de marzo de 2014

¿En qué momento nos perdimos?
Creo que olvidé el camino. Ando por una senda salvaje plagada de piedras y no paro de torcerme los tobillos. ¡Creo que te veo! al otro lado del río. ¿Cómo he podido cruzar sin enterarme? ¿O has sido tú?
Quizá lo supe y se me olvidó. Como esos inaguantables chaparrones que embarraron el camino, qué difícil hicieron la marcha y qué rápido se empañó su recuerdo cuando salió el sol.


Te echo de menos más de lo que soy capaz de confesarte (porque temo, de la decepción, caerme al agua y darme cuenta de que también me he olvidado de nadar).

Reflexividad, ese bonito palabro

Que no reflexión, en lo que me hallo patosamente (cué) inmersa, pequeño enmudecimiento y abstracción temporal que me ha asaltado al salir de Conde Duque. Andaba, de nuevo, pensando en ti -por culpa de ese grupo repleto de barbas- mientras me comía un plátano. ¿Qué pinta tengo ahora mismo? ¿Te reirías de mí, viéndome, cual hámster, con los carrilos llenos? ¿ Te acercarías? ¿Te...interesarías?
Falsa alarma. Plátano en estómago, cáscara en papelera, pies casi en calle Princesa.
¿Nos volveremos a ver algún día? (¿Por qué esta incertidumbre disfrazada de certeza? esa que me hace repasar impaciente marañas aleatorias de rostros repartidos por avenidas y pasos de cebra con monigotes en verde). ¿Cuándo será?
¿Aparecerás en uno de esos días grises y fatídicos, verás temblar al mundo en mi expresión? ¿O en uno de esos abriles soleados, que se manifiestan con esa efímera luz que conociste, esa ilusión? (Qué cursi suena todo esto seguido, no pretendo rimar -nota al ausente lector-).
¡Bien! saltemos, desde esta alta rama, al grano de una vez por todas: yo no tengo esa luz. Tú ya lo sabes (¿lo sabes?) . Yo quería tenerla porque tú creíste que existía. No sé ni cuántos actos he realizado en nombre de esa ilusión, aunque probablemente, a los pocos, los efímeros plomos de esa especie de aura se fundieron. Y esa oscuridad, que realmente era parte de ti, empezó a pertenecerme también a mí. Pero ¡basta de escalar!, mantengámonos aquí, junto a la tierra mojada y las hojas secas.
Visto y no visto, y sin embargo mis años se han teñido de un tú que no eres tú. ¿Y si no hubieras sido? ¿Cómo habrían sido mis años? (¿Cómo han sido los tuyos?). Como nunca lo sabré y tú, en realidad, no tienes aquí el papel protagonista, puedo llegar a la conclusión de que un yo teñido (y desteñido) de ti, se halla hoy por hoy concentrado en la idea de un encuentro. Ese en que, no ya la luz, sino ese nuevo juego de luces de lamparillas halógenas , sol y sombras, deje a tus sólidas y maduradas ideas hechas trizas, escombros, jirones, polvo. Una concentración de experiencia, de luz de sol de poniente, que sirva para cambiar toda una perspectiva. Que propicie un pequeño enmudecimiento y abstracción temporal, una búsqueda de nuevo material con que construir los cimientos.

Yo sabré que ese momento quizá será una brillante concentración de virtudes para nada reflejo de mi existencia, una vil tapadera, pero estaré satisfecha. Por fin. O no. ¿Me estaré comiendo un plátano?
Cómo estar segura, con esta incertidumbre disfrazada de certeza.

lunes, 6 de enero de 2014

Fría

por dentro, un volcán.

Y huelo el calor,
pero miras, hablas,
hielas
y me quedo fuera
(al otro lado
de la enorme pared de iglú)
esperando 
preguntándome 
semana a semana
si seré o no fulminada 
por tu ártica mirada

Ya no hago preguntas
ya intenté calentar mis manos
(y las tuyas)
una y mil veces
pero mi fogata es un tanto humilde
comparada con tu vasta llanura 
de fuego helado y ventisca

Y no quiero seguir resignándome
ni previendo el fatídico resultado
cada vez que rasgo las cerillas,
cada vez que prendo las ramas
Seguir explicando
por qué se consumieron las brasas

Han pasado los meses 
y el invierno no cesa
¿merece acaso la pena
este riesgo constante de hipotermia?

A veces el hielo se pega a la piel
y quema
y ya no reconozco
glaciar de volcán
ya no sé
si me debo o no abrigar

Lo intenté
una y mil veces
a pesar de la incertidumbre,
de este miedo a congelarme
a pesar de todo,
nada.

Quizás ambas partes,
ya hemos llegado a la conclusión
de que no estoy hecha
(y nunca lo estaré)
para este clima polar.

Quizás sea el momento
de hacer el macuto
calzarme las botas
y caminar.

viernes, 26 de julio de 2013

Arder

y después....¡plop!

¿tan fácil es?

desconectar, desenchufar, anestesia natural

dejar la sangre enfriar

ubicarte en el epicentro de tu realidad

ignorar lo visceral

inspirar, espirar


son hostias sin parar contra el muro que separa tu dolido interés de aquello que nunca alcanzarás a comprender, porque en tu cabeza no caben complicidades forjadas a golpe de calendario ni humos compartidos hasta el amanecer, ni sábanas de hoteles, ni fotos de carnet

y en el barullo del desorden que te compone, volver a arremeter contra el ladrillo, a ver si a fuerza de insistir consigue colarse en la camocha algún concepto que desmenuzar, a sabiendas de que más abajo, un corazón bombea frenético a punto de estallar

¿a qué estas ganas de sufrir, esta ansia por observar situaciones en contextos que jamás entenderás?

¿acaso prefieres arder e incendiar, y olvidar los escombros que te puedan sepultar?



pero ellos.... pero yo....



inspirar, espirar

ignorar lo visceral

tú eres el epicentro de tu realidad

sofocar, apagar

¿tan fácil es?

Descansar.





viernes, 17 de mayo de 2013

Clouds

En esta nube gris caben mis manos
procurando mantener agarrado
ese tenue haz de luz que hace de faro
y me mantiene en el firme camino del asfalto, lejos del fango
cerca de lo que se supone que tiene que ser mi vida
(aunque a veces, sin saber cómo, el asfalto se derrita)

En esta nube gris caben palabras
desordenadas, irracionales, a destiempo, entrecortadas
torpes y amargas
aquellas pobres perdedoras que no pasaron por la criba
de lo oportuno y dicharachero
y no encajaron en los moldes
aquellas que sólo pueden ser escupidas
y viven en lo alto, acuosas y clandestinas

En esta nube gris cabe tu juicio
cabe el muro contra el que estamparse
grandes ojos de guadaña 
que ensombrecen complicidades
cabe la decepción 
de uno a los demás y viceversa
cabe el cansancio, la espera
de lo que nunca vendrá a no ser que yo me mueva
pero las (des)ganas pesan, y pesan, y pesan...

En esta nube gris cabe algo precioso
que nunca alcanzarás a ver
porque está sucio y oxidado
sus incompletos engranajes chirrían
y entona una triste y repetitiva melodía
porque no lo verás vestido de alegría
porque en esta nube existe otro tipo de nobleza
vulgar e imperfecta

En esta nube gris cabe un hilo finísimo
y una funambulista temblorosa
caben impotencia, frustración
caben patadas e inconsciencia
cabe el tiempo que pierdo,
los momentos que malgasto,
oportunidades que desaprovecho 
y energía materializada en relámpagos

(Lo que un caparazón no puede contener en su interior
se evapora y sube directo hacia ella)

Esta nube gris nunca para de engordar
cada día depara mil monstruos que va acogiendo sin distinción
supongo que por eso le gusta llover
empapar de verdades cabezas y paraguas
(narices, labios y mejillas)
deshacerse del peso de lo que ya ni recuerdo
y dormir, tras la tempestad, con un sosiego renovado

Con una calma que parece eterna
aunque las dos sepamos que no
(pero nos gusta engañarnos).






viernes, 19 de octubre de 2012

No.

Y no.
No tengo tiempo para gastarlo en lo efímero.
Tengo, necesito centrarme en lo palpable, lo tangible, lo que está aquí.... aquí. No en otro mundo. Uno de tantos mundos paralelos inventados a raíz de esas decisiones que nunca tomé. Un mundo que tal vez exista, pero ¿a mí qué más tendría que darme, si no se manifiesta, si no viene a sorprenderme a cada uno de los pasos que desgastan las suelas de mis zapatillas? Si sólo está compuesto de miradas, de frases, de contextos que bailan al son que yo toco.
La ilusión del que va caminando suspendido sin tocar tierra cuando lo que necesita de verdad es descolgarse y romperse un tobillo al impactar contra el asfalto. Una ilusión inútil, irrealizable, peso innecesario en mi camino, confusión entre sueño y vigilia. Y escalofríos (mierda de escalofríos), y calor en las mejillas.

Te alejaré, tarde o temprano, lo haré. Porque es esta realidad a la que pertenezco, no a aquella llena de espejismos de actos y palabras continuamente naciendo y desvaneciéndose.
He de salvarme de todo ello, por mi calma. Por mi bien.

sábado, 7 de abril de 2012

Ekilicuá

será que ha llegado la hora de matar eso que oprime tu laringe
y de entrar en tu mente y abrir las puertas de par en par
porque quizás acabas de darte cuenta de que vivir en paz y tranquilamente
no tiene por qué ser un bodrio, ni una rutina, ni mucho menos un lastre

Por no castigar a mi conciencia, he decidido otorgarle el beneficio de la duda, aunque no sea ético ni lo recomienden por ahí.
(La pobre ya es mayorcita, un día acabará fatal de los nervios)





Vaya un sábado tristón se ve desde mi ventana.