martes, 30 de noviembre de 2010

A veces menos es más, sobre todo si al final no te quedas con las ganas. Hay días en que sólo con salir te desoxidas, y sólo con una palabra te animas. Hay momentos en que no deberíamos hacernos mucho caso. Queremos creer en el destino para no tener miedo de lo que nos va ocurriendo, estaba escrito. El mundo gira, la gente se mueve, la marea sube y baja y es imposible no mojarse cuando las olas golpean. Es lo suyo, es lo que tiene estar donde estás, ser quien eres. Curioso el desparpajo que le echamos a la vida, tanto como el miedo irracional. No intentes conocerte, deja algo de misterio para el final. Pero no te quedes con las ganas. Y no te hagas mucho caso. A veces, menos es más.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Diríalo quién!

Me podría estar horas contemplando la evolución de las cosas. Ya lo creo. Lo que ayer era blanco hoy es negro y mañana podría ser azul. Me gusta compartirlo con la gente, ver las expresiones en sus caras, la forma de divagar de sus ojos, intentando adivinar a qué recuerdo estarán haciendo una visita relámpago. Me gusta el suspiro, el proyecto de risa que se queda en exhalación, el quién lo diría. Quién lo iba a decir, y nosotros aquí.
Me fascina cómo la costumbre puede afianzar y romper al mismo tiempo. Cómo a veces el propio tiempo no es suficiente, si no va acompañado de un plus que lo convierta en valioso.
Cómo a veces creemos saber cómo acabará la historia, y de repente ¡zas!, un giro inesperado, una situación inesperada y los personajes menos predecibles apareciendo en escena, y nosotros levantándonos y aplaudiendo durante los créditos, sienténdonos unos felices muñecos de trapo, sí señor, qué peliculón. Qué buena jugada...
(y qué bien no haberla visto venir).

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Expectante

En realidad nosotros somos como las comedias cuando uno llega al teatro en el segundo acto: Todo es muy bonito pero no se entiende nada. Los actores hablan y actúan no se sabe por qué, a causa de qué. Proyectamos en ellos nuestra propia ignorancia, y nos parecen unos locos que entran y salen muy decididos.


[Cap.28, Rayuela. Cortázar.]