domingo, 21 de noviembre de 2010

Diríalo quién!

Me podría estar horas contemplando la evolución de las cosas. Ya lo creo. Lo que ayer era blanco hoy es negro y mañana podría ser azul. Me gusta compartirlo con la gente, ver las expresiones en sus caras, la forma de divagar de sus ojos, intentando adivinar a qué recuerdo estarán haciendo una visita relámpago. Me gusta el suspiro, el proyecto de risa que se queda en exhalación, el quién lo diría. Quién lo iba a decir, y nosotros aquí.
Me fascina cómo la costumbre puede afianzar y romper al mismo tiempo. Cómo a veces el propio tiempo no es suficiente, si no va acompañado de un plus que lo convierta en valioso.
Cómo a veces creemos saber cómo acabará la historia, y de repente ¡zas!, un giro inesperado, una situación inesperada y los personajes menos predecibles apareciendo en escena, y nosotros levantándonos y aplaudiendo durante los créditos, sienténdonos unos felices muñecos de trapo, sí señor, qué peliculón. Qué buena jugada...
(y qué bien no haberla visto venir).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo te busco entre las sombras del castillo de la luz, en esos pequeños lugares en los que la corte te permite ser tú.
En esa noche de mayo bailando desnuda y azul, a la luz de la luna pareces más pura que con cualquier vestido real. Yo te vi deslizarte sobre aquella rama invocando el deseo carnal.
¿Y por qué, sin embargo, regresas sin pena hacia tu pedestal? ¿Acaso una vida de reina, aunque no te completa, conviene llevarla hasta el final?