viernes, 19 de octubre de 2012

No.

Y no.
No tengo tiempo para gastarlo en lo efímero.
Tengo, necesito centrarme en lo palpable, lo tangible, lo que está aquí.... aquí. No en otro mundo. Uno de tantos mundos paralelos inventados a raíz de esas decisiones que nunca tomé. Un mundo que tal vez exista, pero ¿a mí qué más tendría que darme, si no se manifiesta, si no viene a sorprenderme a cada uno de los pasos que desgastan las suelas de mis zapatillas? Si sólo está compuesto de miradas, de frases, de contextos que bailan al son que yo toco.
La ilusión del que va caminando suspendido sin tocar tierra cuando lo que necesita de verdad es descolgarse y romperse un tobillo al impactar contra el asfalto. Una ilusión inútil, irrealizable, peso innecesario en mi camino, confusión entre sueño y vigilia. Y escalofríos (mierda de escalofríos), y calor en las mejillas.

Te alejaré, tarde o temprano, lo haré. Porque es esta realidad a la que pertenezco, no a aquella llena de espejismos de actos y palabras continuamente naciendo y desvaneciéndose.
He de salvarme de todo ello, por mi calma. Por mi bien.