martes, 15 de diciembre de 2009

Bla, bla, bla


No sé si le ocurrirá a los demás, pero a veces me pregunto por qué la gente es tan poco seria, no sólo con los demás sino consigo misma.
No me refiero a ir por la vida con cara larga, tampoco me refiero a no reírse por cosas sin importancia, ni a no hacer bromas.
Me refiero a esa forma de hacer precisamente eso que en teoría más les irrita de los demás y con lo que tanto se meten.
Hablo de lo contradictorios que somos todos, cómo nos gusta hablar, cómo nos gusta criticar y cómo tachamos y nos metemos después con los que hablan o critican.
Y cómo NO (oh, por favor, claro que no) reconoceríamos nunca que vale, que también nosotros mismos somos unos malditos cotillas y que hablamos de todo y de todos cuando tenemos la mínima oportunidad. Muchos, sin maldad. Sin ánimo de ofender. Pero lo hacemos, y fíjate, que siempre lo que dice el otro es peor, y con eso vivimos y así nos formamos la pedazo de idea de qué cotilla es la gente, cómo le gusta hablar sin saber.

Y ¿hemos dedicado aunque sea un minuto a, en vez de analizar lo que hace o deja de hacer la gente, analizarnos a nosotros mismos? Mucha gente se ha llegado a asquear de sí misma viendo lo hipócrita que ha podido llegar a ser durante toda su vida, y ya era demasiado tarde: han construido su propia personalidad, se han convertido en eso que critican, de una forma tan fácil que ni se han dado cuenta.


Todos hablamos más de lo que deberíamos, nadie se salva, absolutamente nadie..... pero aún estamos a tiempo de ser sinceros con nosotros mismos y decir que somos uno más en vez de sentirnos las víctimas de todo este lío de contradicciones.

Como si alguien retorcido nos hubiese metido a traición en este mundo tan raro lleno de seres malos con permanente diarrea verbal. Pobrecitos de nosotros.