lunes, 6 de enero de 2014

Fría

por dentro, un volcán.

Y huelo el calor,
pero miras, hablas,
hielas
y me quedo fuera
(al otro lado
de la enorme pared de iglú)
esperando 
preguntándome 
semana a semana
si seré o no fulminada 
por tu ártica mirada

Ya no hago preguntas
ya intenté calentar mis manos
(y las tuyas)
una y mil veces
pero mi fogata es un tanto humilde
comparada con tu vasta llanura 
de fuego helado y ventisca

Y no quiero seguir resignándome
ni previendo el fatídico resultado
cada vez que rasgo las cerillas,
cada vez que prendo las ramas
Seguir explicando
por qué se consumieron las brasas

Han pasado los meses 
y el invierno no cesa
¿merece acaso la pena
este riesgo constante de hipotermia?

A veces el hielo se pega a la piel
y quema
y ya no reconozco
glaciar de volcán
ya no sé
si me debo o no abrigar

Lo intenté
una y mil veces
a pesar de la incertidumbre,
de este miedo a congelarme
a pesar de todo,
nada.

Quizás ambas partes,
ya hemos llegado a la conclusión
de que no estoy hecha
(y nunca lo estaré)
para este clima polar.

Quizás sea el momento
de hacer el macuto
calzarme las botas
y caminar.